Las llamas iniciadas en simultáneo el pasado jueves a unos 11 kilómetros al este de Rosario están en una zona inaccesible para turistas ocasionales o kayakistas inexpertos, como muestran las imágenes satelitales. Si fuera por las condiciones climáticas, deberían haberse producido en todo el Delta.

Para Pablo Cantor, integrante del colectivo «El Paraná No se toca» y que desde hace años registra fotográficamente la biodiversidad del Delta del Paraná “el último 23 de este mes, empezó a visualizarse un fuego importante y en varios puntos, situado muy adentro en las islas”, a la altura de Rosario y Villa Constitución. “Es ahí cuando se advierte que alguien anda prendiendo fuego, porque ese día se visualizan tres incendios, que al día siguiente se expandieron en dirección oeste, donde se encuentra la ciudad de Rosario”. El humo llega o no a la ciudad según la dirección del viento, pero el fuego, de tan intenso, se ve desde su ribera aún cuando esté lejos. Y las hectáreas de humedal arrasadas se incrementan al compás de las altas temperaturas, la bajante del río y la sequía. Los datos y las observaciones de las ONGs sugieren que el fuego es iniciado por manos humanas.

Cantador alertó, consultado por la agencia Télam, que esta semana “será aún más crítica por el intenso calor, la sequía y las nulas perspectivas de lluvias en el corto plazo”. Son las condiciones para la expansión del fuego, pero hace falta la mecha, y ésta es mayormente encendida por el hombre, con intención explícita.

“Es ahí cuando se advierte que alguien anda prendiendo fuego, porque ese día se visualizan tres incendios”, señaló Cantador. Abundó: los incendios “se inician en lugares inaccesibles, que ni siquiera están cerca de la traza vial, están bien al sur de Rosario. Pero además, no hubo tormentas eléctricas ni caída de rayos. O sea, una o varias personas andan prendiendo fuego”.

Los recientes incendios comenzaron el 23 en varios lugares. Los primeros, a casi 11 kilómetros de Rosario, dentro de las islas entrerrianas. La segunda tanda, a entre cinco y seis kilómetros de la ribera rosarina, “en la zona de El Parancito y el arroyo Ezequiel, al sur del arroyo Los Porteños”.

El referente ambiental, que con su perfil de Facebook Pablo LosAliadoS publica desde hace varios años registros de la flora y fauna del humedal, y de los paisajes con sus contrastes antes y después del paso arrasador de las llamas, ofrece puntualizciones que dan a pensar: los recientes focos se iniciaron en “zonas con cursos de agua tapiados, innavegables, a los que no puede acceder el turista ocasional ni el kayakista inexperto que, por negligencia, pueda iniciar un foco”.

Los actores responsables, se desprende, son otros. Si fuera sólo por temperatura y condiciones ambientales, dijo Cantador, los focos deberían aparecer en todo el Delta, pero se dan en una región particular. Enseguida, claro, el fuego se fue expandiendo, incluso de isla en isla. Por la sequía, el calor y, además, el retraso en activar equipos y operativos estatales para contener las llamas.


Foto: Eduardo Bodiño

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