Lucha de Pases | El anuncio realizado este domingo por 12 clubs de fútbol (Real Madrid, Barcelona, Atlético, Milan, Arsenal, Chelsea, Inter, Juve, Liverpool, Manchester City, Manchester United y Tottenham) para la creación de una Superliga europea significa una nueva vuelta de tuerca en la mercantilización del fútbol y su alejamiento de las clases populares.

Supondría la creación de una competición cerrada, un club exclusivo y elitista de 15 equipos que se repartirían el pastel y cerrarían el acceso a los demás, dejando seriamente debilitadas las ligas nacionales. Estos equipos aspiran a aumentar sus beneficios y acaparar el mercado televisivo. Las ligas ya no serían un mecanismo de acceso para jugar la Champions, sino una distracción menor de la competición que realmente importaría, sin apenas atractivo para las televisiones. Equipos medianos o pequeños se verían relegados, y los grandes perderían cualquier interés por sus campeonatos locales, con lo que se adulterarían las competiciones. Un fútbol de ricos y para ricos, que renuncia a los orígenes de este deporte.

Otro de los grandes perjudicados sería el fútbol de base y las canteras, creadoras de futbolistas a fuego lento, de jugadores que sienten los colores, pero ajenas a ese fútbol especulativo con jugadores de usar y tirar. Un fútbol «moderno» ajeno a los aficionados, que en otro tiempo fueron la base del fútbol y de los que se lleva prescindiendo desde que empezó la pandemia. Estadios escaparates vacíos como metáfora perfecta de este deporte nacido del pueblo y ahora totalmente ajeno a él. Como bien reflejaron en un mural los aficionados del club Áfricain de Túnez, el fútbol es un deporte «creado por los pobres, robado por los ricos.»

El capitalismo lleva décadas colonizando un deporte plebeyo, surgido entre estibadores y barrios obreros. El fútbol negocio auspiciado por FIFA y UEFA (aunque estos últimos ahora se rasguen las vestiduras ante la Superliga) ha derivado en esto, la aplicación pura y dura del capitalismo monopolista al deporte rey en Europa. Los clubes han devenido en maquinarias de hacer dinero en donde lo principal ya no es ni el jugador ni el aficionado, sino los «sponsors» y los derechos televisivos. Los clubes ricos cada vez son más ricos, gigantescas multinacionales sin ningún arraigo con sus comunidades de origen.

Ha habido reacciones ante este anuncio que invitan a la esperanza, como la de la leyenda del Manchester, Gary Neville, que declaró: «Es un crimen contra los aficionados al fútbol de este país», o el jugador del PSG Ander Herrera: «Me da mucho miedo la Superliga, el fútbol es de los aficionados. Creo que este formato no cuida al hincha.» Por contraste, la postura del Gobierno español, en boca de José Manuel Franco, presidente del Consejo Superior de Deportes, es francamente decepcionante:» Es prematuro pronunciarse, vamos a escuchar primero a todas las partes.»

Desde luego que no nos producen ninguna confianza las reacciones de la UEFA o del presidente de la Liga y reconocido ultraderechista Javier Tebas. Son tan responsables como los» grandes» europeos  de la perversión mercantil del fútbol y si se oponen a la Superliga es por una lucha entre capitalistas por los beneficios del negocio. Por eso, nos tememos que al final haya un acuerdo para repartirse esos beneficios, y que este anuncio de proyecto forme parte de la negociación por incrementar las ganancias de la Champions League. Y qué decir de la FIFA, que está jugando un papel ambiguo en todo este espectáculo, y responsable de las 6.500 muertes en accidente laboral de trabajadores migrantes en las obras del Mundial de Qatar. El negocio no entiende de derechos humanos ni laborales.

Para nosotros, el auténtico contraejemplo de este modelo viciado está en los clubes de fútbol popular, gestionados democráticamente por sus socios, conectados a sus comunidades y defensores del deporte como patrimonio del aficionado. Para nosotros, la Superliga de las clases populares está formadas por Unión Club Ceares de Xixón, Unionistas de Salamanca, Rosal de Oviedo, Deportiva Orihuela o C. D. Ourense.

Por eso decimos, ni Superliga ni UEFA Champions League. Por un fútbol popular desde abajo.

Escrito por Lucha de Pases.

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