Resumen Latinoamericano, 11 de enero de 2022.

«Facundo es un fotorreportero, un comunicador popular», sostiene el papá. Tras su agitada estadía en Colombia, pasó sus días en la Argentina de Mauricio Macri, con la misma convicción de querer cambiar el mundo. Según su familia, ahora desde otro lugar: el periodismo.

Lejos de las balas y los fusiles, su camarada, Glomba, destaca más aspectos de la personalidad, incluyendo su costado sensible: «Es de esos que escuchan una canción o algún poema que se arraiga en el pueblo, y se le llenan los ojos de lágrimas». En su tierra, Molares estableció vínculos con distintos movimientos sociales, siendo bastante respetado. «Si hay algo que sostienen todas y todos sus compañeros es que es un tipo genuino, solidario. Dice lo que piensa, y hace lo que siente»

Después de meses sin grandes sobresaltos, este romántico de la revolución, en todas sus formas, se marchó a Bolivia. El 2019 lo encontró en el departamento de Santa Cruz apoyando al Gobierno de Evo Morales, en medio de la tensión suscitada por su triunfo electoral, cuando se disponía a tener un cuarto mandato consecutivo.

Entre denuncias de fraude avaladas por la OEA, y acusaciones de que el Movimiento al Socialismo (MAS) violó la Constitución para permanecer en el poder, en las calles reinaban las protestas y los enfrentamientos. Así, Facundo resultó herido a fines de octubre en la localidad de Montero, donde también murieron dos personas vinculadas a los denominados ‘cívicos’, de la ultraderecha. 

La detención: «Es evidente que no vino a pasear»

En noviembre de ese año, con el golpe de Estado consumado y Jeanine Áñez autoproclamada como presidenta interina, las fuerzas de seguridad bolivianas anunciaron la aprehensión de Facundo, acusándolo de ser «un instructor» de las FARC«Es evidente que no vino a pasear», dijeron desde la Policía departamental. Mientras, el argentino permanecía internado «con un diagnóstico grave» por una herida de bala y problemas renales. Sin embargo, a diferencia del ‘Che’, Molares no murió en Bolivia, y el resto de su reclusión lo pasó con un crítico estado de salud. 

En su entorno cercano, sostienen que estaba en el país vecino cubriendo los sucesos electorales para la Revista Centenario, ligada al comunismo argentino, aunque no se conocen publicaciones suyas. El director de ese medio, Leonardo Juárez, le explica a RT que «de Bolivia no escribió nada porque estuvo preso en pésimas condiciones, y también más de 20 días en terapia intensiva».

Antes, indica Juárez, había publicado algunos artículos de opinión bajo la firma de «Julián Katari», en honor a Tupac Katari, referente del último levantamiento en el alto Perú contra el imperio español.

Igualmente, los uniformados bolivianos insistieron con su versión, basados en la revisión de mensajes telefónicos con Hugo, el padre: «Le indicaba que ya habían tomado el puente y que avanzarían ayudando al Gobierno», relató en ese entonces el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (EFLCC), haciendo alusión al Puente de la Amistad, entre las jurisdicciones de Montero y Yapacaní. Así, Facundo Molares, ‘Camilo’, ‘El Argentino’ o ‘Julián Katari’, fue señalado por los presuntos delitos de «homicidio, asociación delictuosa e instigación pública a delinquir», y permaneció un año privado de su libertad.

De liberarlo como política de Estado a volver a encerrarlo sin reparos

Con el regreso del «progresismo» en Argentina y el ascenso de Luis Arce en Bolivia, el Gobierno de Alberto Fernández se puso como objetivo hacer las gestiones diplomáticas para liberar a Facundo, en prisión preventiva. ¿El argumento? Su delicada situación clínica ameritaba un traslado para ser atendido en su país de origen.

«Fue detenido de manera irregular por el Gobierno de facto de Jeanine Añez», dijo la Cancillería argentina en un comunicado. Para el Ejecutivo peronista, Facundo recibió «acusaciones que el Ministerio Público Fiscal nunca acompañó de cargos concretos en su contra». Ello, sumado a las dilaciones de por lo menos cuatro audiencias y los traslados de cárceles, mientras su salud seguía crítica. 

En diciembre del 2020, el Tribunal de Montero aceptó el pedido, tras la intermediación del Ministerio de Justicia boliviano. De hecho, Molares fue regresado a Argentina como si fuese un político de primera línea, a bordo del avión Tango 11 de la Fuerza Aérea, el mismo que fue usado por el presidente en alguna ocasión. 

Así, el año pasado, este exguerrillero residió en la casa de su padre, en la sureña provincia de Chubut, mientras se recuperaba de las secuelas físicas de los enfrentamientos y el encierro. El domingo 7 de noviembre, cuando Facundo y Hugo regresaban de un almuerzo, fueron sorprendidos por un operativo de la Policía Federal, que detuvo al militante por un pedido de extradición emitido por la Justicia colombiana.

Facundo estuvo encerrado por dos meses en un penal de máxima seguridad en la ciudad de Rawson, el mismo del cual se fugó un grupo de guerrilleros en la dictadura de 1972, concluyendo con el asesinato de 16 de ellos, en la conocida Masacre de Trelew. El pasado 7 de Enero fue trasladado a Ezeiza.

La circular roja de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) que pesa sobre Molares se corresponde al viejo caso del secuestro del concejal. Así, el Gobierno argentino pasó de abogar por su liberación a anunciar públicamente su apresamiento: «Era buscado a nivel mundial», dijo el actual ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien asumió el cargo hace pocos meses, luego de que el Ejecutivo se viera obligado a modificar casi todo el Gabinete tras la derrota en las elecciones de medio término.

La respuesta de las agrupaciones de izquierda en Argentina no se hizo esperar, y de forma reciente protagonizaron algunas protestas para exigir que no se extradite a Facundo, afirmando que allí no está garantizada su seguridad.

«El tratado de paz en Colombia no significa garantía de vida para los y las militantes de las FARC. Sabemos que el Gobierno de Iván Duque lo que ha hecho sistemáticamente es destruir ese proceso, y muchos de los amnistiados han sido asesinados a diario», alerta Mónica, la camarada de Molares.

En las movilizaciones, dijeron que la extradición equivaldría «a una pena de muerte», y responsabilizaron al Estado argentino por su seguridad. Igualmente, el pedido de la Justicia colombiana no fue rechazado por la Cancillería, conducida por Santiago Cafiero hace pocos meses.

La trinchera judicial

En el plano jurídico, el abogado defensor dice que harán todo lo posible para que el asunto sea dirimido por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) de Colombia, como cualquier otro firmante del tratado, con amnistía.

Sobre los hechos concretos que se le imputan, el letrado indica: «Por todo lo que se muestra en el expediente que se envió, y por la declaración del propio concejal secuestrado, la participación de Facundo en el secuestro se redujo al momento de la entrega». Según Franquet, la principal hipótesis contra su cliente se basa en comentarios de arrepentidos, que tienen sus propios intereses. «También se le adjudica la participación de un combate entre las FARC y la Policía, donde murieron efectivos», agrega. 

Entre tanto, la extradición se demora por motivos burocráticos: la solicitud de Colombia no cumple con los requisitos de la legislación argentina y los convenios existentes, y los defensores de Molares plantearon su impugnación. Frente a ello, el juez de Esquel no anuló el procedimiento, pero le pidió a Bogotá que realizara otra solicitud acorde, con un plazo de 30 días.

Si el asunto avanza, se haría una audiencia del juicio, con testigos y alegatos. La defensa planea pedir pruebas documentales y testimoniales, y hasta solicitará la participación de peritos. El magistrado podrá aceptar o rechazar los planteos, y después resolver la extradición de Molares, cuyo procedimiento puede tardar algunos meses.

«Es imposible negar el contenido político de los delitos que se le imputan a Facundo. La ley argentina y los convenios de extradición dicen que en esos casos no se puede extraditar a la persona. Es lo que diremos ante al juez cuando llegue al momento», anticipa Franquet. «También hay cuestiones humanitarias, el proceso de paz se ha convertido en un exterminio«, concluye. 

Con este escenario, ‘El Argentino’ sigue recluido en la cárcel de Ezeiza (Buenos Aires)

«Así funcionan las cosas para los perseguidos políticos», lamenta su padre. En las calles, sus compañeros lo recuerdan con más entusiasmo: «Es un internacionalista».  

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